Para niños como nosotros

Hace unos años me dio por aprender a tocar el piano, casi a los treinta. No llegué a mucho, lo arramplé como otras tantas ideas de bombero sin lumbre.

Pero de aquella experiencia me ha quedado la huella blandita de un rincón de la historia de la música que de otra forma no hubiera visitado nunca. Me refiero a las músicas para niños o jóvenes, piececitas pedagógicas sencillas y tiernas que, bueno, suelen funambular  entre lo tonto y lo ñoño.

Pero no siempre

Recuerdo que la primera cosa que toqué así, con las dos manos y los diez dedos, era esta cosita de Schumann, el «Primer dolor»

El Album para la juventid, Op68 de Schumann es yo creo que casi todo aprovechable como audición de tarde grisácea. Aunque quieren ser tonadas amables la amargura y la pena de unos días muy muy aciagos que vivía este hombre se cuelan y la melancolía viene a estar sentada en un rincón casi todo lo que duran los 42 arrumacos que tiene esta obra. Yo dejé de tocar -mísero de mí- justo cuando acabé de dominar ésta que viene, Mignon, y ahora, claro, se me ha ido de las manos a ver si no para siempre.

Pero hay otros álbumes; hay cientos de álbumes. Me gusta por ejemplo mucho Kabalevsky, más simploncito aún.

De Tchaikovsky tocaba una pieza lacrimógena que era una muñeca enferma. Dejo vídeo sui generis, con reverb y atrezzo. Este mundillo de las musiquillas infantiles tiene esta arista peculiar de los vídeos caseros: mil versiones de cada cosa, casi todas malas, interpretadas por niños estresados, adultos edulcorados y efectos defectuosos…

Lo dejo ya, me voy con el viejo peluca y el señor de la silla. Esta noche creo que haré sueño desentumeciendo dedos 😉

Julio Mariscal Montes

Di con este hombre en una antología y, atraído por el fogonazo ése terrible de las grandezas que sólo se asoman, me puse a averiguar. Hay muchos sitios donde saber de él y yo recomiendo este artículo especialmente.

Julio Mariscal fue un poeta, un maestro de escuela infeliz y un hombre sin apenas amor. Yo no sabría decir cuál de estas circunstancias le acompañó durante más tiempo, pero el caso es que, solapadas entre sí casi siempre, nos dejaron el rastro y el inaudito desrecuerdo de un corazón inmenso, de ceniza eso sí.

Me desgarró -cmariscalwon sordina, claro- saber de él; homosexual reprimido por las cosas del pueblo, Arcos de la Frontera por más señas, decidió llevar una vida de oquedad interior y asunción de la voluntad de una sociedad cateta y apestosa que no supo ni quiso hacerse cargo de sus ansias. Su mismo biógrafo/amigo Juan de Dios Ruiz-Copete desprecia su recuerdo cuando rememora los años aquéllos de oscuras sanciones y chismorreos fosilizados con  medias palabras, eufemismos y tontunas que se le perdonan por la edad al buen hombre, pero que enrabietan porque no hay necesidad de seguir empozoñando con mentira una herida ya de arena toda sin sangre después de muchos años de nicho.

Y él, Julio,  tampoco puso de su parte; sin fuerzas ni voluntad aparente para afrontarse a sí mismo se dejó ir hasta el borde de la muerte en vida y poco le costó, al parecer, morir joven aún de la misma pena que le corroía.

Sus poemarios son variados y algo irregulares. A mí me gustan muchos las humildes elegías de Corral de muertos

CIPRÉS

AQUÍ, donde los hombres se han tendido
para olvidarse dentro de su muerte,
tú sigues vertical, sin ofrecerte,
limpio y sonoro al último latido.

¿Qué manos que ya fueron se han unido
en tierra cruda para sostenerte?

¿Qué talle de otro abril vino a traerte
ejemplo en las cenizas de su olvido?

Bocas sin risa, senos, cabelleras,
se mezclan en tu sangre, envenenada
por el terrible empeño de la altura.

¡Qué loco derrochar de primaveras
en el tapete verde de la nada
para que se cumpliera tu hermosura!

Pero es su libro Tierra el que hay que leer.

PORQUE tú eras lo otro

Yo iba buscando ramos de verbena,

niñas en flor para mi sangre boba,

y me encontré contigo,

raíz de selva oscura, donde el grito

viene de más abajo que la sangre.

Porque yo no quería.

Y puse en mi cabeza

las cenizas del mundo, la cordura,

la vida chata de lo razonable,

y vestí la alegría de mis ojos

con el ocre y el veto del pescado.

Pero tú estabas, sombra,

llenándome de pájaros la huida,

clavándome en el suelo por mirarte,

por verte sonreír o por sentirte

mordiéndome de canes el sosiego.

Y tuve que seguir. Y, todavía,

corazón en el filo del abismo,

quisiera no seguir porque tú eres lo otro,

y estoy queriendo tanto, que me asombro

de poderte llevar dentro del pecho,

de pensar cómo cabes en mi boca,

de sentirte tan libre

que te pueda esconder en un sollozo.

 

Qué grave es la cobardía cuando triunfa, pesa casi  lo mismo que el olvido.

Una antologia de combate: Antología Julio Mariscal

«Mi existencia entera es un verso oscuro»

Forugh Farrojzad es una mujer iraní que murió antes de tiempo después de mucho amar, mucho escribir y, quizá, mucho abusar de la libre expresión en una época en la que la Persia de entonces, aún no llegando a los extremos de hoy en el maldito  arte de tapar personas y palabras, no se sentía a gusto con una poetisa aficionada a la piel y a las ventanas.

Yo supe de ella por encontrarme con esa espuela del alma que es el cortometraje-documental-video-poema,  La casa es negra,  que quiero dejar aquí. No hay mayor descripción de la belleza…

De su poesía sólo he podido conseguir los dos libros que hay medianamente disponibles en castellano, Noche en Teherán  y  Nuevo nacimiento, que es en versión bilingüe Yo no sé persa, por supuesto, pero hay un cierto consuelo en ver al lado de la siempre coja versión castellana los caracteres hermosos que prueban lo que sospechamos, que Forugh es especialista en dejar de ser, de ser disfrutable, amable, viva, poeta.

poema fa

Hay un pequeño vídeo de ella.

Y ya, me voy. He querido decir lo justo para incitar..

REGALO

Hablo de lo profundo de la noche

hablo de lo profundo de la oscuridad

y de lo profundo de la noche hablo

Si vienes a mi casa amor mío tráeme una lámpara

y un ventanuco

desde el que pueda mirar la feliz callejuela.